La cita era para las 10 de la noche. A las 9 la band
a recién estaba armando. Faltaban cables, faltaban afinadores, faltaban pilas, e incluso cuerdas: se habían olvidado una guitarra. Durante la prueba de so
nido ya había 5 o 6 personas en el lugar. En ese momento se hizo evidente un segundo problema: una de las guitarras no funcionaba.
Después de unos minutos, tras solucionarse este inconveniente, el grupo probó con dos temas e hizo una pausa de 20 minutos para luego dar por abierta formalmente la presentación. El público
ni siquiera doblaba a los músicos: 15 contra 8. Sin embargo, ese aspecto frío contrastaba con la calidez del lugar, con luces tenues y colores suaves.
La quietud se vio interrumpida cuando las guitarras penetraron el aire cerca de las 11 de la noche y sacudieron el ambiente. En el primer bloque Guitarrástrofe tocó los temas más nuevos del repertorio. Hubo además un estreno: “Guaraní”. “Panchi’s Rock” fue, sin dudas, el gran momento de la noche.
Después de 30 minutos de adrenalina, corte. Descanso breve de 1
5 minutos para volver al escenario, que en realidad no era escenario, sino piso a
Como previamente se había resuelto que, a falta de un instrumento, dos de los músicos se turnarían, en la segunda parte una cara suplantó a otra. El grupo hizo un repaso de los temas más viejos, entre ellos “Apache”, “Tiburón” y para el cierre “Atún”, infaltable.
Sobraron músicos, faltó gente, y hubo algunos imprevistos que desestabilizaron. La banda tendrá que analizar qué fue lo que falló para tener en cuenta para la próxima. De todas formas, de todo se aprende, y seguramente habrá mil presentaciones más para que Guitarrástrofe demuestre que tiene un brillo particular, que no se puede ignorar.
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